Jesús señala que compartir comidas con personas que ya son nuestros amigos o familiares es muy parecido a intercambiar favores. Podemos anticipar que lo que hacemos por los demás normalmente volverá a nosotros. Esta puede ser una buena característica para disfrutar de la comida y pasar tiempo con familiares y amigos en la comunidad.
Pero Jesús enseña que si entendemos la naturaleza de la resurrección, nuestra hospitalidad incluirá algo más. En lugar de solo un intercambio mutuo con familiares y amigos, también mostraremos una generosidad graciosa que no espera nada a cambio. Siguiendo el ejemplo de Dios para nosotros, ofreceremos gratuitamente alimentos y otros recursos a las personas que no puedan pagar.
Este es un resultado natural del regalo de Dios de una nueva vida para nosotros. Podemos reflejar alegre y libremente el camino de Dios con nosotros en todas las formas en que interactuamos con los demás. No necesitamos ni esperamos que se nos pague ahora, porque ya sabemos que tenemos garantizada la vida para siempre en “la resurrección de los justos”.
Jesús, tu resurrección me da alegría para servir libremente a los demás con gracia y bondad. Gracias. Amén.
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